miércoles, 19 de febrero de 2014

HISTORIA DEL BALLET RUSO

La técnica de baile, el arte de la coreografía y la música de ballet se han construido con grandes aportaciones rusas. Aunque el propio ballet moderno ruso de inicios del siglo XXI está anclado en la tradición y no se desarrolla tan intensamente como en EE. UU. o Europa, la escuela legendaria de ballet sigue produciendo bailarines casi universales gracias a su alto nivel técnico. 


INICIOS

Lo que vio Rusia el 8 de febrero de 1673 como el primer espectáculo de ballet de su historia fueron bailes lentos y muy ceremoniosos que consistían en cambios de poses refinadas, inclinaciones y pasos. Todo esto, llamado El ballet sobre Orfeo y Eurídice, estaba alternado con recitación y canto. Aunque no quedó nada de esta diversión del zar alejo (Alexéi Mijáilovich), la fama del verdadero ballet ruso, que aparecería siglos más tarde, llega hasta nuestros días.
Fue el zar pedro el grande quien estableció la enseñanza obligatoria de baile a los alumnos de los colegios para la nobleza. La corte del famoso reformador ruso conoció los conjuntos de ópera y ballet extranjeros. Los hijos de los siervos de los cortesanos fueron los alumnos de la primera escuela de ballet de Rusia en 1738. Doce chicos y doce chicas se convirtieron en bailarines profesionales y desde entonces se recuerda el nombre de uno de sus miembros, el bailarín Timoféi Búblikov.

SE ESTABLECE EL BALLET RUSO 

La madurez creativa del arte del ballet ruso llegó con el coreógrafo francés Charles-Louis Didelot en el primer cuarto del siglo XIX. En ese periodo se formó ya la escuela nacional de ballet, donde los rasgos principales eran sinceridad, sentido profundo de los espectáculos y técnica virtuosa de baile.
A esto colaboró mucho Charles-Louis Didelot, quien llegó a Rusia por primera vez en 1801 ya como famoso bailarín. Desarrolló en nuevo repertorio de más de 40 ballets (tanto a base de temas de compositores extranjeros, como de temas de compositores rusos) y enriqueció significativamente la técnica de baile, elevando el nivel de la enseñanza en la escuela de baile que después sería considerada la mejor del mundo. Desde entonces el Colegio Imperial de Balletprepara solistas y cuerpos de ballet de primera clase con los que han trabajado los mejores coreógrafos en buenas condiciones creando espectáculos insuperablemente suntuosos con la participación de los mejores bailarines.

EL MAESTRO MARIUS PETIPA


Primero conquistó Rusia con su arte como bailarín para después crear más de 50 nuevos espectáculos. En sus espectáculos se cristalizó el estilo clásico que dominaría después a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.
Los papeles principales recaían sobre mujeres, que podían actuar de solistas durante todo el espectáculo. Lo segundo en importancia para Petipa era la interpretación de los protagonistas; no se trataba solo de buenos pasos, debía haber sentimiento dramático.


Fue el compositor Piotr Chaikovski quien demostró durante el trabajo con Marius Petipa que la creación de la música de ballet no merma la dignidad de un músico serio y que la misma música no es un simple acompañamiento de la danza, un “género bajo de arte musical”. Con su música romántica salvó el ballet ruso de la crisis porque en aquel tiempo en el arte ruso y la literatura reinaba el realismo, un estilo poco conveniente para el ballet de aquella época con su convencionalismo de la mímica en el escenario.
La colaboración con el maestro ruso fue una fuente de inspiración para Petipa. Creó con él La bella durmiente (1890), una obra considerada genial por “llegar a la cima de la perfección clásica con que destaca el arte del balletEl cascanueces y el Lago de los cisnes, ambos también con música de Piotr Chaikovski, los creó con Lev Ivanov, el autor de algunas de las escenas más famosas de estas obras. Hasta nuestros días se conservan las coreografrías que Petipa creó para el cuerpo de ballet en Giselle. Algunos de sus espectáculos que siempre destacaron por su fuerza poética están reconstruidos.





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